Phillip Lord, Chris Miller.
Después de la exitosa Infiltrados en clase, una operación contra el narcotráfico en una escuela, los oficiales Schmidt (Jonah Hill) y Jenko (Channing Tatum), deben infiltrase, esta vez, en la Universidad. A pesar de que la relación entre ambos ha mejorado mucho cuando llegan al campus y Jenko encuentra a su alma gemela en el equipo de fútbol y Schmidt se adentra en el teatro bohemio, parece que todo lo conseguido se empieza a derrumbar. Ambos deberán descubrir si realmente son dos niños de instituto creciditos que van a la Universidad, o si son capaces de mantener una relación madura como compañeros de equipo policial.
Lejos de intentar innovar y de arriesgarse, Phillip Lord y Chris Miller han decidido repetir la exitosa fórmula de “Infiltrados en clase” obteniendo un resultado bastante satisfactorio. En algunos momentos puede parecer repetitiva y falta de imaginación, ya que recuerda a cuando Todd Phillips repitió punto por punto su “Resacón en las Vegas” sin ningún elemento nuevo realmente atractivo en la trama. De todas formas tanto en esa película como en esta, está claro que si a veces una fórmula funciona no es necesario hacerle demasiados retoques para que lo vuelva a conseguir.
El argumento es fácilmente predecible y prácticamente
calcado al de la original, ni siquiera el único giro de guión de la cinta
sorprende, aunque hay que admitir que desemboca en una situación cargada de
humor, en gran parte gracias a la divertida interpretación de Ice Cube. El resto es más de lo mismo con una diferencia
respecto a otras secuelas. En este caso los realizadores se ríen del mismo
hecho de realizar una secuela que sigua la línea de la primera entrega e
incluso se parodian en algún momento dado.
Al igual que sucedía en “Infiltrados en clase”, no sería posible que una película así funcionara si sus dos actores protagonistas no tienen carisma o están faltos de gracia, cosa que no sucede en ningún momento. La pareja formada por Channing Tatum y Jonah Hill funciona a la perfección, sobretodo este último. En el fondo, lo más interesante de la película es la relación que mantienen, a ratos estúpida, a ratos completamente absurda y a ratos incluso emotiva, hasta cierto punto claro.
No se puede decir que tenga demasiado interés una posible
tercera entrega (Si es que llega a realizarse), pero esta segunda parte ofrece
al menos tanta diversión como la primera, flojeando hacia la mitad de la
película, pero siendo salvada por un final repleto de acción y risas.
Tampoco
sabría deciros si el hecho de que los créditos finales me hayan parecido una de
las cosas más graciosas de la película es algo bueno o algo malo, pero lo que
os aseguro es que ver a estos dos haciendo el payaso no tiene precio y creo que
cada vez deberíamos mirar más de cerca a Jonah Hill, porque está empezando a
convertirse en uno de esos grandes actores cómicos que aparecen de vez en
cuando en Hollywood.
Lander Castro.
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