Kevin Spacey es
Francis Underwood, congresista demócrata y Jefe de Disciplina de la Mayoría. Un
trabajo importante, sí, pero él quiere más. Ha apoyado al nuevo presidente
electo, y espera ser nombrado Secretario de Estado, pero el puesto es ofrecido
a otro. A partir de ese momento, e instigado por su esposa, idea un plan para
que no se produzca ese nombramiento y empezar a obtener poder tanto en el
Congreso como en la Casa Blanca, de una manera que definiríamos (cuanto menos)
como poco ética.
El mejor papel
de Kevin Spacey desde American Beauty. Este manipulador cruel, pragmático,
inteligente, no tiene pinta de ir a frenarse ante nada por lograr su objetivo.
No le importa el dinero, sino el poder. Como él mismo dice, “lo importante es
el tamaño del asiento”.
Estamos ante el
Macbeth definitivo, instigado por una Lady Macbeth aún más ambiciosa, y aún más
peligrosa, que él (estupenda Robin Wright). Shakespeare estaría orgulloso, pues
hacía años que no estaba tan bien adaptado e interpretado. No nos olvidemos
tampoco de una Kate Mara que crece a pasos agigantados.
Si, viendo Juego
de Tronos, pensabas que la política en Poniente era cruel, prepárate a
adentrarte en las alcantarillas del Congreso estadounidense. Es una serie para
estar atentos, pues hay multitud de personajes y tramas, pero nos guía Kevin
Spacey haciendo de narrador. Para ello rompe a menudo la cuarta pared y se
dirige directamente al espectador, recurso que si se sabe utilizar bien, como
es el caso, dota de mayor empatía y carga dramática al personaje (fijaos si no,
en Woody Allen en su obra maestra, Annie Hall).
Estamos ante la
que probablemente sea la mejor serie sobre política, con sus tejemanejes
impúdicos, corruptelas y personajes execrables. También estamos ante una genial
visión del Macbeth de Shakespeare, que Kevin Spacey hace suyo, de la misma
manera que Robin Wright se apropia de Lady Macbeth.
Nota: 9 sobre 10
Carlos Nieto López
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