Ambientada en Birmingham en la década de los 20, Thomas Shelby (Cillian Murphy) es el jefe de familia que acaba de regresar de la Primera Guerra Mundial (conocida entonces como la Gran Guerra). Junto con sus hermanos, se dedica al negocio de apuestas para carreras de caballos. Su banda, los Peaky Blinders, deben su nombre a una navaja oculta en la visera de la gorra que visten.
Aparte del jefe de la familia, también encontramos a Arthur Shelby, el mayor de los hermanos, que no lleva bien que su hermano menor sea el jefe de la familia, aunque es consciente de que Thomas es el más listo de los tres. Por último tenemos a John Shelby, que acata las ordenes de los demás y lo da todo por la familia. En la parte femenina encontramos a la tía Polly (Helen McCrory), que se ha ocupado del negocio familiar mientras los chicos estaban en Francia durante la guerra.
Todo cambia el día que un cargamento de armas desembarca por error en Birmingham y los Peaky Blinders se hacen con la mercancía. Entonces, el presidente Churchill manda a su mejor hombre (Sam Neill) para recuperar las armas en el menor tiempo posible. En la operación también entrará Grace (Annabelle Wallis), una policía infiltrada que encontrará trabajo de camarera en el bar en el que se reúne la familia Shelby. Por otro lado, el grupo terrorista IRA intentará comprar las armas robadas para proseguir con su lucha.
Esta serie británica de seis episodios perfectamente narrados nos trata muchos temas, como el del amor prohibido entre una policía y un gángster, los celos entre hermanos, la ascensión al poder de una familia medianamente poderosa, el problema del terrorismo, o el comunismo en los años 20. Toca tantos temas que llega el momento en que se diluye, y durante varios capítulos las amenazas parecen vacuas, aunque muchas de ellas sean reales. Pero hay que quitarse el sombrero ante las actuaciones de Cillian Murphy, Helen McCrory, Sam Neill, Annabelle Wallis y un prolongado etcétera que incluya hasta el último extra de la serie. Junto a esto, la genial ambientación a la que la BBC nos tiene acostumbrados, invirtiendo mucho dinero para emitir calidad, en la que en ningún momento da la impresión de estar en un set de rodaje. Y otra de las maravillas es la genial música que acompaña, aunque unas veces pueda parecer que no va acorde con el tiempo en el que se desarrolla la acción, otras veces casa perfectamente.
Así que si buscáis una serie que os enganche y que sea corta, Peaky Blinders es el mejor regalo que os podréis hacer a vosotros mismos.
Francisco M. Pérez.
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