viernes, 8 de noviembre de 2013

La vida de Adèle

2013, Francia.
Abdellatif Kechiche.

180 minutos de película en los que no pierdes la concentración ni un segundo. Un viaje por los sentimientos de la joven Adèle que se nos descubre a medida que se descubre a sí misma en un relato lleno de pasión, fuerza, amor y dolor.

Con 16 años, Adèle no tiene dudas de que una chica debe salir con chicos, el problema es que tiene dudas sobre su propia sexualidad. Cuando una noche conoce y se enamora sin esperarlo de Emma, una lesbiana mayor que ella, sus sentimientos y su identidad se volverán confusos. Emma hace descubrir a Adelèle  el deseo y el camino a la madurez y la someterá a una serie de juicios por parte de familiares y amigos.

Extraordinaria exposición de sentimientos donde llegamos a conocer y a empatizar con Adèle al instante. Vemos el dolor y el rechazo de una niña que descubre que su sexualidad no es la políticamente correcta y la incansable lucha en su madurez para ocultarlo a una sociedad llena de prejuicios que aun no lo normaliza. Pese a que no me acaban de convencer las actuaciones de algunos personajes secundarios, el peso de los amigos y familiares crean un contexto extraordinario que es fundamental para entender por lo que está pasando la protagonista sin decir nada, las imágenes hablan por sí solas. Gran arranque.

... Y entonces aparece Emma
La vida de Adèle se basa en el realismo desmesurado. Tanto es así que, a parte de visualizar la cotidianidad de la protagonista con un ritmo pausado (que no aburrido) y unos vivos y trabajados diálogos entre jóvenes, las escenas de sexo son constantes y explícitas a más no poder en buena parte de la película. Escenas que se alejan de la vulgaridad pero sí son llevadas al extremo. Minutos y minutos con todas las posturas posibles a realizar entre dos mujeres que no hacen más que exponer la pasión que al fin se despierta en la protagonista al vivir aquello que anhelaba en secreto pero que se podría haber mostrado sin tanto contenido morboso. Pero si bien es cierto que el sexo es una parte fundamental y necesaria de la historia, en ocasiones peca también de sustituir grandes carencias de la película: En momentos de gran contenido emocional recurren a lo sexual por encima del diálogo, las miradas y los sentimientos, lo cual hace pensar que las protagonistas se desean más que se quieren. De este modo solo consiguen que el romance en sí pierda fuerza y sentimentalismo, una verdadera pena puesto que la película promete ser de amor.

Destaco ante todo las estelares actuaciones de las dos protagonistas que se dejan la piel en todos los sentidos y que nos ofrecen una gran escena dramática (para mi LA escena) en la que entran ganas de levantarte, gritar, llorar y aplaudir finalmente ante un estallido de emociones que consiguen transmitir sin más ayuda que sus propias pasiones, chapó.  
Respecto al final,y sin desvelar nada, simplemente acaba como tiene que acabar dadas las circunstancias, coherente con aquello que nos han contado, con cierta musicalidad y tono poético en el ambiente. 

Puede que repudies la temática, o puede que te sientas tan identificado por haber sido como Adèle un día que quieras ir corriendo a ver esta película (no hace falta decir que tiene un gran público homosexual), pero lo que está claro es que trate de lo que trate, el trasfondo es lo verdaderamente importante. La vida de Adèle es  para todos aquellos que sean capaces de dejarse llevar por la vida de una chica, una historia entre tantas llena de logros y errores... una explosión de emociones.


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Alba Guillén.

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