jueves, 14 de noviembre de 2013

Frontera

2013, España.
Manuel Pérez Cáceres.

Un grupo de teatro ensaya una versión de 12 Hombres sin Piedad cuando los interrumpe una alarma. Nos encontramos dentro de la prisión Quatre Camins y la señal indica el aislamiento de los módulos. El grupo, integrado por seis presos y ocho personas del exterior, permanecerá aislado por una epidemia de origen desconocido. 

A partir de aquí el espectador es observador directo de la degradación de cada uno de los personajes ante una situación de encierro, pánico e incertidumbre.  Se libera una intensa batalla por sobrevivir donde el individuos debe luchar por la convivencia de gente extraña que presentan una amenaza constante a su integridad en un magnífico símil de la obra que representaban justo antes del aislamiento, ¿Quién es culpable y quién inocente? ¿En qué criterios debes basarte?

Los prejuicios forman un papel fundamental, el ojos acusador siempre antepone al preso. Frontera juega muy bien con la gran incógnita del delito provocado por cada convicto y los secretos que encierran los "inocentes".   

Mezclando drama y thriller psicológico, Frontera ofrece grandes reflexiones de la vida y el ser humano: Cada personaje vive encerrado en su pasado y en sus arrepentimientos pero tan sólo unos cuantos lo hacen físicamente entre rejas.
La relación que se establece entre ellos es lo que hace brillar la película y cómo el tiempo logra que cada uno se desprenda de la etiqueta de "convicto" y "actor-educador" para ser tan sólo un grupo de personas presas del pánico. 

Personajes diversos y universales que sacan lo mejor y lo peor de ellos con el paso de las horas. Gran coherencia de personalidad, cultura y vocabulario que hace que el espectador los conozca a pocos minutos de aparecer en pantalla aun sin saber de dónde vienen. Todo fluye a su ritmo y a su tiempo, Frontera se aleja de los puntos sensacionalistas para otorgar realismo y transparencia.

Pese a que personalmente me ha faltado información para entender la causa de la epidemia y del aislamiento (falta de información totalmente intencionada y estudiada), el final ofrece una gran moraleja a través de un magnífico montaje paralelo que vuelve a convertir al grupo temporalmente homogéneo en seres divididos por su condición. ¿Justo o injusto? Se abre la puerta al debate.





Alba Guillén.

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