El
domingo pasado fue la ceremonia de entrega de los Oscars, y aún
seguimos de resaca, porque las decisiones de la Academia siempre
traen cola. Una de ellas ha sido (y será durante un tiempo) la
entrega del Oscar a mejor actor.
Miles
de personas reclaman dicho reconocimiento para Leonardo DiCaprio por
su papel de Jordan Belfort en El lobo de Wall Street. Cierto que su
actuación es memorable (la suya y la de Jonah Hill), pero la
Academia no ha considerado que haya sido la mejor del año. Superado
en la recta final por Matthew McConaughey, los fanáticos del actor
angelino han saltado a las redes sociales a explicar su rechazo por
la decisión, muchos de ellos dando razones más propias de una
rabieta.
En
primer lugar, creo que la decisión de la Academia es correcta
dándole el Oscar a McConaughey, puesto que su trabajo en Dallas
Buyers Club (el film por el que ha sido premiado) es soberbio,
simplemente impresionante. No sólo ha tenido que adelgazar más de
veinte kilos para preparar su personaje, sino que su actuación
supera a la de DiCaprio se mire por donde se mire.
Además,
los y las fans del protagonista de Titanic, achacan que es su cuarta
nominación, y que si no ha recibido el premio por El lobo de Wall
Street, con cuarenta años que tiene ya, nunca lo va a obtener. Craso
error pensar eso, puesto que ahora más que nunca le lloverán las
ofertas, sólo tendrá que elegir aquella película que no dirija
Scorsese.
En definitiva, la actuación de Matthew es muy meritoria, que eleva el nivel de una película buena a excelente, mientras que El lobo de Wall Street es la película más sobrevalorada de los últimos años.
Francisco M. Pérez.
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