Orange is the new black.

El verano pasado, el servicio de streaming y venta de películas y series de televisión Netflix produjo su primera serie (íntegra de la cadena), llamada Orange is the new black. La serie nos cuenta la vida de Piper Chapman, una americana afincada en un barrio de clase media-alta que, tras prometerse con su novio Larry (Jason Biggs, alias, el revientatartas de American Pie) debe entrar en prisión por un delito de narcotráfico que cometió años atrás.

Una vez dentro de la cárcel se encuentra con Alex Vause (la exuberante Laura Prepon, de That's 70 show), su exnovia y a la vez culpable de que Piper haya entrado en prisión. 


Junto a ella también están la cocinera Red, la persona que mueve el cotarro y con quien nunca ha de enfrentarse si quiere tener la más mínima posibilidad de salir viva de prisión, "Pennsatucky", una loca reconvertida en predicadora, Sophia Burset, una mujer transexual, con un hijo y una esposa de sus tiempos en los que era hombre, y Daya Diaz, una reclusa que mantiene una relación con un funcionario dentro de la misma prisión, entre otras reclusas. 

Esta cárcel femenina sigue manteniendo las mismas características que las masculinas, con duchas en las que se producen violaciones, abusos de autoridad por parte de los funcionarios, reglas internas que las reclusas deben conocer si quieren mantener una estancia lo más exenta de preocupaciones posible (esto es, a quién hay que pedir los favores, en qué grupo se puede confiar y en cuál no...).

Esta dramedia se deja ver muy bien, muy correcta en cuanto al guión, sin puntos de giro exagerados que la hagan irreal (la historia que Netflix compró fue la autobiografía de Piper Kerman, por lo que no se sale demasiado de la realidad). 

Y por lo que se ve, ha debido de salir rentable la jugada para los ejecutivos de Netflix, que estrenan la segunda temporada el seis de junio. Mientras tanto, os dejo con la cabecera de la serie, interpretada por la genial Regina Spektor. 

Francisco M. Pérez.