Joven y bonita

2013, Francia.
François Ozon.

Isabelle, una hermosa joven de 17 años que pertenece a una familia adinerada, parece tener el mundo a sus pies. Pero un viaje de autodescubrimiento sexual la embarca en una doble vida: estudiante de día y prostituta de lujo de noche. Esta es su historia, a través de cuatro estaciones y cuatro canciones. 

Resulta difícil expresar con palabras todo lo que esta película transmite a través del peculiar estilo francés que describe en imágenes aquello que no dicen las palabras. Isabelle se presenta desvistiéndose en pantalla y ejecutando su trabajo tan fríamente que hiela la sangre a quienes la observan. No obstante, su rostro devela una realidad muy distinta. Tan sólo aquellos que ven más allá de una acción que se repite sin piedad pueden comprender su dolor y desdicha. Joven y bonita plantea una situación que nunca llega a la fácil resolución. Como era de esperar, la película invita a la reflexión para todos aquellos que busquen comprenderla. 

Así pues, el film a primera vista puede parecer inacabado y provocar insatisfacción por su falta de explicación. No obstante, en una segunda fase en la que se medita largo rato y se logra alcanzar la comprensión, el espectador puede llegar a sentir una conexión con la protagonista y entender todo lo que ha escondido por miedo a expresarlo en voz alta. Un tímpano de hielo que se deshace ante nosotros para desvestir por primera vez su alma.

Por ello mismo, esta película es un claro ejemplo de la fuerza del subtexto y del cine inteligente que muchos criticarán de "muy francés y sin sentido". La actuación de la joven protagonista es sencillamente brillante mientras que el resto de personajes quedan en un segundo plano con una función poco clara en la historia. Del mismo modo, sus reacciones ante el problema de Isabelle se antojan poco creíbles y forzadas. No obstante, ayudan a crear un contexto adecuado para que la verdadera estrella de la película pueda desenvolverse en su mundo. 

Así pues, Joven y bonita busca un público capaz de dejarse atrapar por un estilo lleno de belleza y con ganas de pensar acerca de la vida y de la irracionalidad y necesidad del ser humano.

Alba Guillén.