Boyhood - ¿Por qué dicen que no es buena?

¿Hasta qué punto una idea revolucionaria hace de una película una obra de arte?

Tras semanas en cartelera, BoyHood ha recibido excelentes críticas tanto por parte de la prensa como del público. No obstante, un sector pequeño afirma que no es más que una película lenta en la que "no sucede nada" y que está sobrevalorada a causa de la novedad que su rodaje ha supuesto para el cine.

Richard Linklater inició el rodaje en 2002 y lo finalizó en 2013 con el fin de grabar a los mismos actores y reflejar el viaje vital de una familia de a pie. Visualmente es espectacular, vemos el crecimiento real de un niño que acaba siendo todo un joven pasando por la dura etapa de adolescencia-y sus respectivas modas y estilos de vida acorde con los años que vive-. También somos testigos del deterioro físico y psíquico de la gente que le rodea y el paso de la juventud a la madurez.

¿Son ciertas las voces que afirman que más allá de una ficción totalmente realista no sucede nada? Claro está que nos encontramos ante una película de autor que cuenta con un público muy selecto. Sin embargo la idea es tan novedosa que, gracias al boca a boca, ha arrastrado a más gente al cine que cualquier otra producción del género. No es raro pensar que si se tratara de la misma película-con las misma trama y acontecimientos- pero grabada en unas semanas y cambiado de actores, tal vez no estaría considerada de culto ni hubiera sido tan acogida por el público. Pero en la fusión de elementos está la magia, y si Richard Linklater ha conseguido ser pionero en el avance de un género, ¿por qué quitarle mérito?

BoyHood habla de la vida misma, por eso no hay grandes puntos de giro, y es que tampoco tendrían lugar en un proyecto así. Refleja a la perfección el dolor existencial, las dificultades -efímeras y graves- del día a día y el paso del tiempo. Un tiempo que arrebata los sueños, las ilusiones y las expectativas que uno se forja de joven. Habla del inicio de una etapa y el final de otra, de los éxitos y fracasos. Una película en al que todos podemos sentirnos identificados, porque todos hemos vivido algo del mundo que construye Linklater.

En definitiva, al director le ha salido bien el experimento y ha enseñado una vez más que el cine siempre se puede reinventar por más que parezca imposible. Pese a que no siempre será a gusto de todos.

Alba Guillén.