Dos días, una noche

2014, Bégica. 
Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne.

El lunes nos aprovechamos de la fiesta del cine y nos lanzamos a ver Dos días y una noche. 
Sandra dispone sólo de un fin de semana para ir a ver a sus compañeros de trabajo y convencerlos de que renuncien a su paga extraordinaria para que ella pueda conservar su trabajo tras una larga depresión.

No hay mejor manera de empezar esta crítica que mencionando la más que excelente actuación de Marion Cotillard que brilla desde el minuto uno hasta el final. La francesa ya se ha consagrado como una de las mejores actrices contemporáneas, y son películas de género realista -como esta última- las que exprimen todo su talento. Marion transmite y emociona con una delicadeza sublime. Tanto es así, que uno olvida que está ante ficción y se sumerge por completo en la historia sin apenas darse cuenta, firme demostración de la importancia de una buena actuación por encima del argumento. Es por este motivo que la película pide a gritos ser vista en versión original. De otra manera resulta una gran aberración.

Pero más allá de una actuación de Oscar, la trama es sencilla pero completa. El dúo formado por Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne ha sabido aprovechar la trágica realizad que azota a Francia (y a nuestro país) para plasmarla en pantalla con una eficacia sobrecogedora. Podemos observar cómo el más fuerte se alimenta de la desgracia ajena y la incansable lucha de la gente de a pie. Tema que tocará a más de uno la fibra sensible.

Sin embargo, tal y como pasa con la mayoría de películas belgas que llegan a nuestra cartelera, el film no es apto para un público que prioriza la acción ante la calidad, pues muchos lo tacharán de lento y repetitivo. No obstante, a aquellos que sepan apreciar las buenas historias y se dejen atrapar por la magia del cine costumbrista, Dos días y una noche les parecerá una pequeña joya.

Es una pena que la industria americanas corrompa a actores con tanto potencial para otorgarles papeles planos en películas que resultan un taquillazo. Títulos como Contagio, Enemigos Públicos y Nine son manchas en el historial de Marion Cotillard. Por suerte, también ha formado parte de grandes obras como Origen y Medianoche en París, pero sus personajes no acaban de ser sinceros. Es en el momento en que la artista vuelve a sus raíces cuando el espectador puede apreciarla con verdadera transparencia. Ojalá jamás abandone este cine minorista.

Alba Guillén.