Two broke girls (Dos chicas sin blanca)

En estos tiempos que corren de crisis, quizás se eche en falta una serie realista sobre los problemas económicos que están sufriendo una gran cantidad de gente. Decía Jerry Seinfeld que “es más fácil hacer reir cuando corren malos tiempos”, pero la ecuación que nos enseñó Woody Allen, en la que dice que la comedia es “drama + tiempo” nos enseña que las mejores ficciones sobre la crisis económica están por llegar, cuando pase un tiempo.


Dos Chicas Sin Blanca es un título más que definitorio, no hay que pensar mucho para saber lo que nos vamos a encontrar, y podría ser una de esas series que vemos porque la echan en Neox la noche de las sitcoms y no hay nada mejor que ver, pero tiene mimbres para hacer reir.
Dice mucho que esté creada por los mismos que crearon Sexo en Nueva York, que como ya sabremos todos, narra las vidas de un grupo de cuatro amigas que tienen éxito en el ámbito laboral y buscan entender cómo ser un mujer sexualmente independiente, aunque, en mi opinión, se perdió por el camino, pues tras empezar como una inteligentísima serie de TV, que intentaba ver a las mujeres como algo más que meras comparsas, se tornó a un grupo de mujeres que lo único que querían era casarse o estar con los chicos más guapetones del mundo. En definitiva, una serie sobre mujeres y para mujeres, pero que no pasaría el test de Bechdel.



El test de Bechdel dice que una película (u obra audiovisual) tiene que cumplir los siguientes requisitos: que salgan al menos dos personajes femeninos, que tengan una conversación entre ellas en algún momento, y que esta conversación no sea sobre hombres. Sorprendería saber la poquísima cantidad de películas que no pasan el test de Bechdel. Pues bien, Dos Chicas Sin Blanca lo pasa, y eso merece mucho respeto.

Lo importante para estas dos chicas, interpretadas por Kat Dennings (genial) y Beth Behrs, es el éxito de su empresa de cupcakes caseros, y por eso trabajan de camareras, además de aceptar cualquier otro trabajo ocasional que se les ponga por delante, con la intención de ahorrar dinero, por lo que al final de cada capítulo se lleva la cuenta del dinero que tienen. Sus relaciones con los hombres están ahí, hay capítulos que se centran única y exclusivamente en eso, pero no es lo principal en la serie. Por supuesto, utilizan las diferentes personalidades de ambas para hacer un contraste cómico, demasiado visto ya, aunque, como ya dije antes, Kat Dennings está genial.

Otra gran fuerza viene de los personajes secundarios, que tiene composición de chiste made in Spain: “un negro, un coreano y un ucraniano trabajan en una cafetería…” Muy estereotipados por una parte, pero graciosos por eso mismo, por llevar el estereotipo al máximo exponente. Mención especial para un Gareth Morris, que era miembro del elenco original de Saturday Night Live, y nos lo encontramos aquí como un anciano que ha hecho y probado de todo en su vida, y le gusta reírse con el borde personaje de Kat Dennings.

Elementos muy buenos y valientes todos para hacer una gran serie, pero se pierde quizás en un humor demasiado suave y soso a veces, que sobrevive únicamente por unos personajes muy bien definidos y estupendamente bien interpretados, pero que no llama mucho la atención si la rodeas de series como Modern Family o The Big Bang Theory.


Carlos Nieto López