2014, Estados Unidos.
Wes Anderson.
Un recuerdo melancólico que te invita a viajar por la aventura más cómica y misteriosa que se haya visto jamás.
Gustave H., un legendario conserje de un famoso hotel europeo de entreguerras, entabla amistad con Zero Moustafa, un joven empleado al que convierte en su protegido. La historia trata sobre el robo y la recuperación de una pintura renacentista de valor incalculable y sobre la batalla que enfrenta a los miembros de una familia por una inmensa fortuna. Como telón de fondo, los levantamientos que transformaron Europa durante la primera mitad del siglo XX.
Sin duda la mejor comedia desde hace mucho tiempo. El Gran Hotel Budapest crea todo un excéntrico mundo que da cabida a unos personajes tan perversos como excepcionales.
La película está repleta de aventuras amenas y trepidantes que corren de la mano de una voz en off que narra al espectador sin saturar ni eclipsar a la propia imagen. Y entre todas estas aventuras se esconde un thiriller que recuerda al clásico juego "La herencia de la tia Agata" que mantiene el suspense hasta su punto final.
El ingenioso y fresco montaje y la viva fotografía son un regalo constante a la retina. Una orgía de colores vivos, cámaras en movimiento, vestuario y maquillaje despampanante, acertada banda sonora y paisajes de ensueño que acompañan a una sutil pero apreciada elegancia.
El humor es una pieza clave y constante en la trama. Un humor en ocasiones absurdo y en lineas generales inteligente y eficaz. Resulta imposible visualizar esta cadena de acontecimientos sin esbozar una sonrisa y arrancar una carcajada de vez en cuando. Sin embargo, la historia que se esconde entre tanto elemento estrafalario es completamente conmovedora.
Y a simple vista queda en el cartel promocional que el reparto es inmensamente famoso. La película no tendría esa fuerza sin cada uno de ellos que aporta su granito de arena en este brillante rompecabezas.
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