Para esta efeméride, los creadores de la serie decidieron hacer un homenaje a la película “El show de Truman”, diciéndole a los personajes que eran parte de una serie de ficción y que sus vidas no son nada fuera de la mente de los guionistas (extraño poder para uno de los sectores audiovisuales más ninguneados). Ante esto, son llevados frente el mandamás de la cadena, un madurito bien parecido, canoso, y con un fuerte acento italiano (que no se nota nada el retrato de Paolo Vasile).
Ya llevaban desde el primer capítulos de esta nueva temporada dando pistas de lo que iba a suceder. Se había procedido a romper la cuarta pared en alguna ocasión, o si a algún personaje se le caía un boli, “alguien” se lo lanzaba desde fuera de cuadro. Al principio del capítulo se podría pensar que eran simples roturas cómicas de la cuarta pared, pero fue más allá.
Ver a los personajes recorrer las calles de Madrid, totalmente ajenos a su fama, dándose cuenta que todo el mundo conoce sus más oscuros secretos, y que no solo les hacen burla sus vecinos, sino todo el mundo, resulta bastante gracioso (sobretodo los homenajes a Emilio, personaje de Fernando Tejero en la serie madre, “Aquí no hay quien viva”). Mucha de la publicidad subliminal pasa a ser, como dirían en Los Simpsons, liminal o incluso superliminal. Llegando finalmente esta suerte de Paolo Vasile a garantizar que estos problemas de TV están hechos para hacer que los telespectadores se lo pasen bien y desconecten de sus pobres vidas para reírse de las miserias de las vidas ajenas. Filosofía Telecinco.
Al final, reminiscencias de un mal sueño muy “serrano” con un capítulo que, si bien no pasará a la historia por ser el mejor ejemplo de homenaje a “El Show de Truman”, sí que sirve bien para “El Show de Telecinco”. Y ellos, encantados de haberse conocido, sí señor.
Carlos Nieto López
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