La serie está basada en la trilogía de la Oscuridad, tres novelas escritas por Guillermo del Toro y Chuck Hogan. Habiéndolas escrito un conocido director de cine, era cuestión de tiempo que fuese adaptada a otro formato.
Sostengo que todo lo que Guillermo del Toro ha hecho hasta ahora es bueno. Todas sus películas y los tres libros me han encantado, y esta serie no iba a ser menos. Un poderoso virus es traído a Nueva York en un avión alemán gracias a los tejemanejes de un multimillonario moribundo. Mientras unos investigadores del CDC están desbordados por los extraños sucesos que están viviendo, un anciano judío sabe lo que está pasando: el virus no es más que una plaga vampírica.
No son los vampiros melancólicos y atractivos que llevamos viendo en el cine o literatura juvenil durante los últimos años. La visión tan peculiar del vampirismo que nos ha mostrado Guillermo del Toro en sus anteriores incursiones en la temática ha estado siempre más cercana a la infección vírica y la enfermedad que a otra cosa. Los vampiros son seres mitad vampiros mitad infectados, que se dan cuenta poco a poco que aumenta un ansia hacia la sangre que no podrán controlar, hasta que se vuelven criaturas impersonales regidas por la voluntad de El Amo, el vampiro que inicia esta infección.
La serie está muy bien adaptada, pero tienen pocos cambios con respecto al libro original. Quizás se echa en falta una mayor oscuridad, pese a ser ya bastante oscura. El tema del asco que pueden dar las autopsias y otros procesos por los que se muestran vísceras está bien llevado. Es algo que podría repeler a muchos, pero solo se muestra lo justo y necesario, sin buscar la víscera gratuita.
Tiene unos personajes extraordinariamente bien construidos, en especial el anciano Abraham Setrakian, para mí el principal protagonista de los dos primeros libros; y el exterminador Vasiliy Fet, que con la plaga de vampiros encuentra que su trabajo por fin es tenido en importancia. Al anciano lo interpreta un David Bradley que nos extraña ver en un rol tan de héroe, después de los personajes ruines que lo han hecho famoso (Lord Walder Frey, Argus Filch). Al epidemiólogo protagonista lo interpreta Corey Stoll, muy raro con pelo; y al exterminador Kevin Durand (no confundir con la estrella de la NBA Kevin Durant), que lo lleva con mucha carisma, demostrando que es un actorazo infravalorado.
Gran producto de terror para ver, con una visión del vampiro distinta, que se ve beneficiada por la visión de un genio como Guillermo del Toro.
Nota: 8 sobre 10
Carlos Nieto López
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