Todo arranca con el descubrimiento del personaje de Lou Bloom (Jake Gyllenhaal) del mundo del periodismo criminalista y de esos operadores de cámara, cazadores de imágenes nocturnas y violentas que deambulan por la ciudad en busca de "carnaza" audiovisual para vender al mejor postor. Ya desde el principio, una misteriosa bruma rodea la figura de Lou Bloom, personaje del que no sabemos nada más que el breve fragmento de su enigmática vida al que asistimos y que queda de esa manera en gran parte desdibujado y rodeado de interrogantes que el espectador intentará resolver durante la película.
Narrada con estilo y dotada de un ritmo vertiginoso que no deja que te despistes ni un segundo, "Nightcrawler" se convierte en una de esas películas para muchos incómodas, para muchos geniales que consiguen provocar al espectador y le obligan a seguir el argumento, haciendo que en algunos momentos incluso llegue a plantearse ciertas cuestiones morales, relacionadas con el mundo de la televisión, con el audiovisual en general y por ende con el del propio cine. De esta manera, la película realiza también una crítica del mundo de la televisión y sobretodo de los espectadores, situándonos en una sociedad en la que las imágenes de violencia extrema parecen ser las más interesantes y lo son más cuanto más explícitas y duraderas sean.
Todo esto sucede en un escenario desangelado, rodeado de una atmósfera urbana repleta de tinieblas, en la que parece que ningún personaje tiene escrúpulos. Los escenarios llenos de contrastes sociales, la poderosa fotografía nocturna realizada por Robert Elswit (Pozos de ambición, La mano que mece la cuna) y la inquietante banda sonora de James Newton Howard (El sexto sentido, Collateral) colaboran en gran medida a introducir al espectador en ese mundo siniestro del protagonista.
La interpretación de Jake Gyllenhaal es en todo momento exagerada y en algunos momentos roza la sobreactuación, pero resulta interesante, ya que es un tipo de papel en el que no estamos muy acostumbrados a ver al actor de Donnie Darko y Brokeback Mountain. Es en todo momento alguien con quién el espectador no logrará identificarse, salvo en algún detalle muy puntual. Su personaje trastoca la vida de Nina, la directora de la cadena de noticias a la que asiste a vender sus imágenes y que está correctamente interpretada por Rene Russo y la de Rick, un joven desempleado y desesperado que empieza a trabajar con el, al que da vida un desconocido Riz Ahmed, sin destacar demasiado.
En resumen, a pesar de ser una película aparentemente sobre un personaje, lo cierto es que tampoco me resulta lo más interesante. Creo que el verdadero atractivo reside en la atmósfera y en el tema que se trata y que la convierten en una obra puramente de nuestro tiempo, en cuanto a que juega con una serie de elementos que no podrían haberse situado en otro contexto histórico. A pesar de que ha pasado desapercibida en las nominaciones a los Oscar (solo ha obtenido una a mejor guión original), me parece recomendable para cualquier espectador, sobretodo para aquellos con la cara pegada a los programas informativos emitidos en televisión.
Lander Castro.
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