Bye, bye, California
Las frases del final de cada párrafo en cursiva son títulos de canciones o álbumes. Carlos las ha puesto para mostrar un poco el espíritu de la serie.
Hace más de una semana del último capítulo de Californication. Ya no veremos más bandazos de ese Hank Moody tan parecido a David Duchovny, aunque la sensación agridulce que me deja se deba más a la manera de habernos despedido de él, más que a la propia despedida en sí. La Petite Mort.
Las tres primeras temporadas nos presentan una serie de personajes con conflictos internos serios, que no paran de contradecirse y por eso los adoramos, tran el excistencialismo y una búsqueda de una filosofía vital que combine esas ganas de ser único y que nadie se te parezca, con esas responsabilidad que tiene cualquiera. Son los personajes que no dudan en ningún momento de sus actos; los que nos caen mal, porque se situúan a un lado o al otro del ring, en ese combate entre el desfase y la responsabilidad, y no salen a lucar. California Über Alles.
Bajo la apariencia de una comedia alocada y sexualmente activa, se nos presenta realmente el drama de reconocer el límite entre la juventud y la vida adulta, tratado de manera muy tierna en las relaciones entre los personajes importantes, pero no por ello empalagosa. No hay dramatismos forzados, pues los sentimientos, incluso durante las declaraciones de amor, están más contenidos dentro de los propios personajes que en los diálogos, y ese es el gran acierto. Ves al personaje y sabes lo que siente aunque de su boca solo salgan fanfarronadas sobre ser un gran escritor y vivir el rock‘n’roll. Love will Tear us Apart.
La cuatro siguientes son una manera de estirar la fórmula mostrando situaciones cómicas y mucho sexo gratuito. No nos equivoquemos, la premisa de este serie era enormemente sexual, pero uno siente que todos y cada uno de los affairs durante las tres primeras temporadas están justificados de algún modo. El resto son ganas de mostrar carne y de seguir ese juego, demorándose por lo menos dos años en acabar el show. Waiting for the miracle.
Si algo no se le puede echar en cara a Califonication son dos cosas. Iremos por partes, la primera: las interpretaciones. David Duchovny se muestra en todos y cada uno de los capítulos como un engreído muy feliz de conocerse, pero tan absolutamente encantador que no puedes evitar empatizar con él, porque en el fondo, todos somos peores personas de lo que creemos ser, pero también nos esforzamos por llegar a evolucionar. Enamorado completamente de una Natasha McElhone (Karen), que sabe resultarnos sexy y alocada tanto como seria o enfadada. Ella utiliza a su hija para madurar y convertirse en adulta, muy a pesar de Hank, que preferiría seguir con su vida de excesos, porque es demasiado cool y bohemio para “domesticarse”. La hija, Becca, está interpretada con un hieratismo sobrenatural por Madeleine Martin, que empezó la serie siendo una niña y acaba dando lecciones de madurez a todos.
Los mejores amigos, el matrimonio formado por los Runkle (Charlie y Marcy, Evan Handler y Pamela Adlon), son dos insatisfechos sexuales, cada uno por diferentes motivos, que navegan a lo largo de las siete temporadas con todas sus frustraciones sin saber si finalmente las resolverán o se quedarán fingiendo que llevan una vida genial ad eternum. Mención especial para los actores invitados, que son los que empiezan a sostener la serie pasado cierto punto. Stephen Tobolowski, Jason Beghe, Michael Imperioli, Heather Graham, Kathleen Turner, Maggie Grace, Tim Minchin, Addison Timlin, Rob Lowe (creo que ya he puesto muchos, y aún así, se quedan muchos en el tintero) y, sobre todo, Callum Keith Rennie, que consigue rivalizar con el mismo David Duchovny como el rey del cotarro. Shiny Happy People.
La segunda cosa que no se le puede echar en cara es la música. Estamos ante la que probablemente sea la serie con mejor banda sonora de la historia de la TV, que es decir mucho. Aprovechando que el personaje de Hank Moody está basado en el músico Warren Zevon, se introduce un amor por el rock’n’roll visible hasta en los títulos de los episodios, casi todos ellos llevan el nombre de una canción. También lo vemos en los títulos de las obras de Hank, pues God hates us all y Seasons in the Abyss son dos álbumes de la banda Slayer. El punto álgido del rock’n’roll es la segunda temporada, en mi opinión la mejor de todas. Sex & drugs & rock’n’roll.
Californication no es un rollete de una sola noche. Es amor verdadero, pero cogido con tanta fuerza al principio, que acaba perdiendo la magia, hasta que uno de los dos tiene que decidir romper, para acabar, eso sí, como amigos, y quién sabe si con el tiempo… Keep me in your Heart for a While.
Nota: las primeras tres temporadas, 10/10; el resto, 7/10.
Carlos Nieto López
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